Historia de la Guerra
e Historia Militar
La diferencia entre ambas surge con posterioridad a la
Segunda Guerra Mundial, muy probablemente debido a que Historia Militar parecía
excluir los aspectos navales y aéreos, mientras que Historia de la Guerra
parece abarcar esos y otros aspectos. Pero cuáles son esos aspectos además de
lo referido a las celosas inquietudes de las fuerzas aéreas y navales.
Comencemos por reconocer que el historiador militar no puede
escribir sobre la guerra sin comprender que "la historia militar" es
sólo la dimensión operacional de la historia de la guerra, y que carece de todo
valor si no se la integra en trama social, política, económica, tecnológica,
etc. de la época en la que el hecho bélico en análisis sucede, en tanto
resulten relevantes. Sin embargo esta visión integral es menos novedosa de lo
que se cree, aunque ciertamente tardó en ser incorporada académicamente. Es así
que más allá del título de la disciplina muchos estudios resultaron integrales,
como es el caso de la obra de Hans Delbrück “Geschichte
der Kriegskunst im Rahmen der politischen Geschichte” (primer volumen, Das
Altertum, 1900; segundo, Römer und Germanen, 1902; tercero, Das Mittelalter,
1907), por la que puede ser considerado el fundador de la historia de la guerra
moderna.
Este enfoque de la Historia de la Guerra, que comprende
Guerra y Sociedad, Guerra y Cultura, y una variada gama de combinaciones
interdisciplinarias, es indudablemente la forma correcta científicamente de
abordar un tema complejo como lo es la Guerra. Las causas, consecuencias,
efectos, y sucesos de la Guerra no son eventos unicausales, ni mucho menos
puramente militares por lo que su contexto debe estudiarse con tanta profundidad
como el caso lo requiera.
Para que esta construcción intelectual funcione no se debe
perder de vista que el núcleo de la historia de la guerra es la batalla, el
combate, la lucha, a partir de las cuales podemos elaborar un análisis
contextual. Creemos que un estudio del contexto que no refiere con
especificidad al enfrentamiento, se convierte en un estudio de otra disciplina
donde lo periférico es la guerra.
En suma la Historia de la Guerra debe buscar conocer los
hechos bélicos para poder explicar por qué sucedieron, cómo se pelearon, hacer un
análisis crítico de ello y proporcionar una visión sobre el futuro en miras de
prevenir o enfrentar situaciones similares. Debemos señalar que no se trata de
establecer “lecciones aprendidas” –tan caras al ejército norteamericano-, ni
fijar recetas que aseguren resultados en el futuro; por el contrario lo que se
debe proveer es la capacidad de comprender, percibir e interpretar situaciones
diversas con una flexibilidad mental adecuada.
Con esa perspectiva la Historia de la Guerra provee el registro,
análisis y guía de las accione bélicas que constituyen la base de todo estudio
militar que quiera desarrollar la constitución de una fuerza de combate, las
teorías militares que se emplearán, su doctrina, sus modos de empleo y sus
métodos de aprendizaje. Pues la perspectiva que proveen las guerras pasadas es
la base para el desarrollo de las ciencias militares, es decir es materia prima
del desarrollo del pensamiento militar.
Hay diversas maneras de enfocar el estudio de la Historia
Militar, sin embargo todos deben converger en la comprensión y explicación de
cómo y porque se libran las guerras, batallas y combates. En suma la Historia
de la Guerra es la confirmación de la frase de Vegecio: “Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum”.
El Historiador
Militar
El rótulo nos resulta a todos un tanto pesado, en particular
porque conocemos lo complejo, amplio y profundo de la capacidad que se requiere
para satisfacerlo.
En efecto el historiador militar es asumir una especialidad
y especificidad profesional que excluye a todo individuo no entrenado en las
particularidades de la disciplina. No desconocemos que muchos profesionales de
otras áreas pretenden abordar la Historia Militar o de la Guerra sin las
destrezas especiales que se requieren, pero tampoco podemos ignorar que sus
productos son incompletos y mediocres, aunque puedan resultar valiosos
enmarcados en otra área del saber.
Lo que estamos diciendo es que el profesional de la historia
militar exige de los mismos requisitos que los de cualquier otra disciplina,
con el mismo nivel de especialización, singularidad e intimidad del saber. Por
supuesto que la formalidad de investidura debe considerarse, pero lo que es más
importante es la contracción estudio, la vocación de saber y la honestidad del
compromiso científico. Esto diferencia a aquellos muchos que saben
historia militar, de los pocos que comprenden la historia militar y la
guerra misma.
El Historiador Militar es un investigador, un detective, un
pensador abstracto, un revisor de procedimientos, un relator, un poeta, un
crítico, un teórico, y un profeta. Su
trabajo es recorrer la batalla a la inversa del jefe militar y/o político de la
guerra respetando cada paso, pero partiendo del resultado cierto y conocido
para terminar en el inicio incierto y multicausal.
Es muy importante destacar que el trabajo del historiador
militar no es escribir sobre el presente o hechos en los que se participó; eso
es tarea de cronistas y periodistas, o trabajos autobiográficos. Enfocarse en
hechos recientes o donde la emocionalidad y el involucramiento personal
conspiran contra la mayor objetividad, perjudica un estudio de historia de la
guerra, y debe quedar relegado a trabajos circunstanciales que tendrán el valor
de referenciar esos sentimientos para historiadores que los revisen en veinte o
treinta años, para el momento actual no son históricamente relevantes.
Debemos rescatar que esto no significa perder la emoción,
pues sin ella no hay entusiasmo para
investigar, ni pasión para relatar los hechos. No hay nada peor que un libro
aburrido donde se trasluce la falta de interés del autor. Lo que queremos decir
es que esa emoción no debe nublar el juicio histórico, que la pasión debe ser
contenida y reservada para la específica declaración de opiniones que
legítimamente el historiador puede emitir, en tanto así las exponga con toda
claridad.
La Historia de la
Guerra, la Táctica y la Estrategia
Es muy común encontrar trabajos con títulos como “La batalla de Cannas y los principios de la
conducción”, “La Campaña de 1812 a la
luz de la moderna doctrina logística”, o “La Campaña de Jena de 1806: una operación de envolvimiento o un rodeo?”.
Y como estos hay muchos otros similares.
Pues bien estos trabajos, algunos de muy buena calidad, no
son estudios de Historia Militar, son estudios de Táctica o Estrategia
Aplicada. La aplicación de una doctrina específica, extemporánea y ajena a
la época y las fuerzas enfrentadas invalida su calidad histórica, aunque son
muy valiosos con estudios de casos tácticos y estratégicos.
La única referencia doctrinaria válida en un estudio de
historia militar es el referido a la doctrina específicamente empleada en
tiempo y forma por los combatientes. Es absurdo proponerle a Aníbal el concepto
de “reserva”, que era desconocido en su época, o explicarle a Tutmosis que en
la batalla de Meggido (circa 1400 a.C.) el realizó un “desdoblamiento” de sus
fuerzas. La doctrina táctica y la estrategia son producto de años de evolución
y aprendizaje, no es posible identificar los rastros o la primera práctica de
un procedimiento táctico con su conceptualización y abstracción intelectual. Un
caso claro de error de este tipo es pretender explicar la Primera Guerra Mundial
bajo los análisis polemológico-estratégicos modernos que no la pueden
comprender, o criticar a los comandantes de batalla por su incapacidad
profesional cuando realmente eran excelentes expertos en una táctica totalmente
errada, la que no se detectaría si aplicamos una doctrina moderna.
Es importante distinguir un tipo de estudio del otro. Los de Táctica Aplicada son excelentes ara aprender esa disciplina.Pero sólo el histórico militar puede contextualizarse con los elementos que
señalamos en la primera parte de este artículo.
©2014. Jorge Ariel Vigo
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